Episodio 4: Una historia cortita

Transcripción:

En nuestro pódcast de hoy vamos a disfrutar mucho. Vamos a hablar del microrrelato. Por cierto, ¿sabes lo que es un microrrelato?

Si lo quieres saber, no te pierdas nuestro pódcast de hoy. En él contestaremos algunas preguntas: ¿Qué es un microrrelato? ¿Cuáles son sus principales características? ¿Cómo te pueden ayudar a mejorar tu español? Concluiremos con la lectura de algunos microrrelatos famosos.

¡Empezamos! Recuerda que estás escuchando un pódcast de Españolea Online, un lugar donde podrás mejorar tu nivel de español sin casi darte cuenta.

¿Qué es un microrrelato?

Tenemos una pista en su mismo nombre. La palabra microrrelato la podemos dividir en dos: micro que significa ‘pequeño’, y relato, ‘narración, historia’.

¿Te atreves a dar una definición?

Una podía ser la siguiente:

 «El microrrelato es una narración distinta de la novela o el cuento. Es un conjunto de obras diversas cuya principal característica es la brevedad de su contenido. El microrrelato también es llamado microcuentocuento brevísimo o mini cuento

Yo prefiero llamarlos “cuentos diminutos”.

En esta definición se destaca una de sus características principales: la brevedad. Pero no es la única.
A continuación, hablemos un poco más de las características fundamentales de los microrrelatos.

Ya sabes una de ellas: la brevedad. Se espera, entonces, que el microrrelato tengo como máximo una extensión de una página.

¿Qué otras características se te ocurren?

  • La precisión del lenguaje: Esto significa que el escritor tiene que utilizar las palabras exactas, y describir situaciones y definir los personajes con el mínimo de palabras. Debe ser muy conciso. No hay que poner palabras de más.

  • Intensidad narrativa: El microrrelato tiene que atraparte desde el principio, llamar la atención del lector para que siga leyendo hasta el final.

  • La anécdota comprimida: El microrrelato es una historia que se cuenta en unas pocas líneas,  no necesita un espacio más grande para contarla. Debido a su brevedad y concisión el microrrelato no tiene descripciones largas ni nada accesorio. Solo contiene lo esencial para entender la historia. Con un lenguaje depurado, muy bien elegido. No hay palabras de más ni de menos.

  • La intertextualidad: ¿Qué significa esto? Hemos dicho que el autor no tiene tiempo para explicar el argumento. Tampoco para describir en profundidad a los personajes. De ahí que se refiera a veces a argumentos, personajes que conocemos de otros textos, de otras obras. Esto se llama ‘intertextualidad’, la relación que se establece con otros textos.

  • Otro aspecto: el microrrelato comparte características del cuento, del ensayo, del poema en prosa, de la fábula o la parábola.

  • Utiliza mucho el humor y la ambigüedad: Juega mucho con la exageración, la burla (llamada parodia), los dobles sentidos. La ambigüedad se refiere a que el texto puede entenderse de distintas maneras.

  • La experimentación con el lenguaje: Los escritores de microrrelatos en ocasiones experimentan con el lenguaje.

  • La necesidad de un lector cómplice: esto es, lo que no se dice tiene que ser completado y entendido por el lector. De ahí que tenga que participar para completar el significado del texto.

  •  El final no conclusivo, abierto: el microrrelato es una estructura abierta donde se admiten distintas interpretaciones.

Uniendo todas estas características podemos hacer una definición más completa del microrrelato: ¿Te atreves?

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El microrrelato es un género narrativo breve, conciso, donde se utiliza el humor, la ambigüedad; muy a menudo hace referencia a otros textos y necesita de un lector para completar su significado que solo está sugerido.

¿Cuáles son sus orígenes?

No se sabe realmente cuáles son los orígenes del microrrelato. Parece que sus raíces hay que buscarlas en la tradición oral y luego se va desarrollando en la Edad Media mediante la literatura didáctica: parábolas, leyendas, adivinanzas. Incluso algunos piensan que el origen del microrrelato hay que buscarlo en oriente.

Sin embargo, fue en el siglo XX, en el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando estos textos narrativos breves se desarrollan más.

 A CONTINUACIÓN, VAMOS A LEER ALGUNOS MICRORRELATOS. ESPERO QUE TE GUSTE NUESTRA SELECCIÓN

La carta, de Luis Mateo Díez

Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio.

Hablaba y hablaba, de Max-Aub

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además, hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

El pozo, de Luis Mateo Díez

Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. "Este es un mundo como otro cualquiera", decía el mensaje.

La mano, de Ramón Gómez de la Serna

El doctor Alejo murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado. Nadie había entrado en la casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con el balcón abierto, por higiene, era tan alto su piso que no era de suponer que por allí hubiese entrado el asesino. La policía no encontraba la pista de aquel crimen, y ya iba a abandonar el asunto, cuando la esposa y la criada del muerto acudieron despavoridas a la Jefatura. Saltando de lo alto de un armario había caído sobre la mesa, las había mirado, las había visto, y después había huido por la habitación, una mano solitaria y viva como una araña. Allí la habían dejado encerrada con llave en el cuarto.

Llena de terror, acudió la policía y el juez. Era su deber. Trabajo les costó cazar la mano, pero la cazaron y todos le agarraron un dedo, porque era vigorosa corno si en ella radicase junta toda la fuerza de un hombre fuerte. ¿Qué hacer con ella? ¿Qué luz iba a arrojar sobre el suceso? ¿Cómo sentenciarla? ¿De quién era aquella mano? Después de una larga pausa, al juez se le ocurrió darle la pluma para que declarase por escrito. La mano entonces escribió: «Soy la mano de Ramiro Ruiz, asesinado vilmente por el doctor en el hospital y destrozado con ensañamiento en la sala de disección. He hecho justicia».

Amenazas, de William Ospina

-Te devoraré -dijo la pantera.
-Peor para ti -dijo la espada.

La oveja negra, de Augusto Monterroso

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

Cláusula III, de Juan José Arreola

Soy un Adán que sueña con el paraíso, pero siempre me despierto con las costillas intactas.

Armisticio, de Juan José Arreola

Con fecha de hoy retiro de tu vida mis tropas de ocupación. Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma. Nos veremos las caras en la tierra de nadie. Allí donde un ángel señala invitándonos a entrar. Se alquila paraíso en ruinas.

Y recuerda…¡se hace el idioma al hablar!



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